El Rey Necio



Decía el rey necio al sabio:
"Tengo el poder de decidir tu futuro,
que vivas o mueras, liberarte o que sigas en prisión.
¡Dime cuál es tu poder!"

El sabio se mantuvo paciente y en silencio.
Sus manos permanecían atadas con grilletes.
Sólo una mirada compasiva hacia su carcelero.
Su efigie era imponente,
nadie conocía su edad ni su procedencia.
Su tez era tersa y radiante.

El rey necio irritado le gritó:
“¡Si no hablas ordenaré que te corten la lengua!”
El sabio siguió mirándole y sonriendo sin articular palabra.
Ya no pudo contenerse el rey necio
y agotó su escasa paciencia.
Ordenó que se la cortaran.

El verdugo se dispuso a ejecutar la orden
abriendo la boca del sabio y cual no fue su sorpresa
al darse cuenta que no tenía lengua.
Se lo comunicó al rey necio. Éste quedó sorprendido e irritado
y quiso saber quién le cortó la lengua al sabio sin su permiso.
Gritó:
“¡Que alguien me responda ahora mismo
o hago decapitar a todos!”

Un viejo guardián de la corte se atrevió a hablar tembloroso:
“Mi señor, tu abuelo ordenó que le cortaran la lengua al sabio y también obtuvo la misma sorpresa”.
El rey necio ya fuera de sí, ordenó que lo mataran.
El sabio se agachó y con su dedo índice escribió en el suelo:
Soy tu alma inmortal, siempre observador y siempre paciente.
Sonriendo, acto seguido, desapareció…

…Hasta que el rey necio le llame otra vez.