Entrevista a Daniel Meurois-Givaudan: ¿Quiénes eran los Esenios?... y 2ª parte





ENTREVISTA: ¿QUIÉNES ERAN LOS ESENIOS?... y 2ª parte (Leer antes 1ª parte)





La base del esenismo no hacía ruido. ¿Por qué decirse “Vamos a ser esenios hoy”? Hay que construir otra cosa… El pasado es el pasado aunque, en el absoluto, el Tiempo es una ilusión.





Pierre Abraham: Pero… de hecho… ¿qué fue de los esenios tras el pasaje del Cristo?


Daniel Meurois-Givaudan: Históricamente… ¡no mucho! Se apagaron rápidamente. Al final, el movimiento contaba con pocos hombres y mujeres. Era una pequeña comunidad, puede que de entre mil a mil quinientas personas en el conjunto del país, repartidos a través de pequeños pueblos y monasterios que no estaban muy poblados.
Sabes que el imperio romano se extendió al conjunto de la Palestina de hace dos mil años. Hubo enfrentamientos extremadamente violentos y los esenios terminaron por hacer causa común con los zelotes, que eran la resistencia de la época frente al ejército romano.
Los esenios, en plena fiebre mesiánica, se refugiaron a su lado en el año 66 de nuestra era, en la fortaleza de Massada, en una imponente masa rocosa frente al
Mar Muerto. Resistieron un sitio común frente a la legión durante días y días, antes de dejarse finalmente masacrar.
Puede decirse que a partir de la toma de Jerusalén, en el año 70, no se escuchó hablar más de los esenios. Parecen entonces desaparecer en la naturaleza. Puede pensarse que la comunidad se desmembró completamente, al igual que todo el movimiento zelote.
Como se ve, la fraternidad esenia tuvo un período de vida relativamente corto en la Historia, al menos como comunidad estructurada.



P.A.: ¿De cuántos años hablamos?


D.M.G.: De poco más de tres o cuatrocientos años. No más.


P.A.: ¡Es un período bastante corto!


D.M.G.: Efectivamente, es un período bastante corto. Sin embargo, sus conocimientos continuaron circulando de forma secreta a través de Oriente Próximo y Occidente. Son ellos los que alimentaron a ciertas Escuelas iniciáticas que encontramos en nuestros días. Pienso por ejemplo en las organizaciones que se reclaman de la Rosa-Cruz. Existe una filiación evidente, aunque esta no se detenga ahí.
Lo que quiero señalar es que cierto número de esenios de corazón, de sensibilidad, se reencarnaron de forma manifiesta en el pueblo cátaro. Se encuentran aspectos del pensamiento esenio en el estado de espíritu, en algunas de sus disciplinas, e igualmente en su ascesis.
Lo que es sorprendente es lo ocurrido al final del Catarismo…
Todo el mundo sabe cómo el movimiento cátaro fue decapitado tras la caída de Montsegur.
Recordamos esa fortaleza asediada por el ejército del rey de Francia, con los cátaros reunidos en el recinto y ayudados –eso se sabe menos– por algunos templarios.
Todos, finalmente, se hicieron masacrar o subieron a la hoguera.
¿Qué ocurrió en Massada alrededor de mil doscientos años antes? Se trataba igualmente de una fortaleza. Los esenios que se habían refugiado allí (¿los futuros cátaros?), hicieron causa común con los zelotes, hombres de armas, tal como lo fueron los templarios más tarde. Unos y otros terminaron prácticamente del mismo modo: los esenios y los zelotes se suicidan antes de rendirse a los romanos y los últimos supervivientes se inmolan en el fuego mientras que dos o tres entre ellos se evaden en secreto por la parte de atrás de la fortaleza, prefigurando así lo que ocurrirá en Montsegur.
Evidentemente, los cátaros no se suicidaron sino que su resistencia desesperada equivalía a una muerte programada. Si no se inmolaron, sí que murieron en la hoguera tan pronto como el castillo fue tomado por el ejército real. Es como si la historia se hubiera repetido… Esta analogía siempre me ha fascinado. El hecho es que los esenios, como tales, no se volvieron a manifestar a partir de ese momento, al menos como fraternidad encarnada.


P.A.: ¿Practicaban la meditación?


D.M.G: Sí, la practicaban. La meditación siempre se ha practicado en las grandes tradiciones iniciáticas de nuestro mundo. Sin embargo, practicaban posiblemente más la oración. La oración mediante la repetición de sonidos significativos… En efecto, lo que llamamos mantras en la tradición hinduista y budista.
Los esenios tenían sus propios mantras. También practicaban la contemplación. No tengo nada que decir en particular, pero esto podría ser el tema de otro libro.
La restitución, la reescritura de los métodos de meditación y de oración esenios. La idea me viene de repente. Tras esta declaración, seguramente me dirán “hazlo, hazlo…”. Puede ser, pero no lo sé… Si es útil, me pondré a ello.
De modo que sí, los esenios meditaban. Gran parte del tiempo era consagrado a la oración y a la meditación, tanto en el monasterio del Krmel, en el Qumran, como en los pequeños pueblos. La meditación nunca se consideró –por los que conocen verdaderamente la fuerza– como una forma de sustraerse al mundo sino, al contrario, como una forma de estar más vivo en el mundo, de ser más uno mismo en el mundo y además… volverse una especie de intermediario entre las diferentes expresiones de la vida. El que medita es un puente entre lo Invisible y lo Visible, entre la Eternidad y la Ilusión de la Materia.


P.A.: Se dice, y tú también lo dices Daniel, que los esenios eran terapeutas. Además, hoy día se habla mucho de terapias esenias… ¿Qué son exactamente?


D.M.G: Sí, en efecto los esenios eran terapeutas. Es algo oficial… no porque hubieran inventado exactamente un método de terapias o porque hubieran reunido un conjunto de conocimientos terapéuticos, sino porque lo habían heredado de los antiguos egipcios… Me refiero a los egipcios de la época de Amenofis III y de Amenofis IV, más conocido bajo en nombre de Akhenatón. Éstos emprendieron la misión de reunir la suma de conocimientos terapéuticos disponibles en esa época, una suma de informaciones que circulaba de manera secreta desde los tiempos más remotos.
Algunos dicen que desde la Atlántida, pero podríamos decir también que desde Lemuria, es decir, desde el alba de los tiempos que es humanamente posible evocar. Los egipcios reinaban sobre el conjunto de la cuenca mediterránea. Fueron ellos los que construyeron, en las inmediaciones de lo que hoy se ha convertido en la ciudad de Haifa, el famoso monasterio del Krmel del que he hablado antes. Este monasterio se hizo conocer, podemos decir, como una principal embajada del conocimiento terapéutico e iniciático egipcio en las orillas del Mediterráneo. En aquella época esa tierra no era todavía la Palestina sobre la que el pueblo israelí se instaló. Era una tierra bajo dominación egipcia.
Todo ello constituye la razón por la que los herederos espirituales de los terapeutas egipcios, los esenios, prosiguieron la tarea de estos últimos en este lugar.
Moisés fue el gran transmisor de conocimientos egipcios al pueblo judío. Los esenios, una pequeña minoría en su seno, se encontraron con un enorme corpus de conocimientos esencialmente terapéuticos. Es por esta razón por la que eran especialmente reputados en la época del Cristo por los cuidados que podían practicar.


Por otro lado, habían organizado toda una red de “dispensarios” más o menos secretos o troglodíticos en los que practicaban estas terapias.
A lo largo de toda la Palestina de la época se les llamaba betsaids. La ayuda allí proporcionada era gratuita o era objeto de intercambio de servicios.
Los esenios eran conocidos por esos lugares de acogida –podían servir por ejemplo de maternidades– y por el conocimiento, diría, “oculto” de las leyes sutiles que rigen el cuerpo humano. A partir de esta realidad se vehiculó un poco por todo occidente el enfoque energético del cuerpo con las técnicas correspondientes.
Por lo que a mí respecta, lo redescubrí por mí mismo en primer lugar no por los Anales Akáshicos sino por canalización a partir del otoño de 1984. La inmersión de mi alma en los Anales Akáshicos me permitió profundizar en el tema a lo largo de los años. En esta época, en un pequeño pueblo del Perigord, comencé a recibir y a transmitir informaciones terapéuticas provenientes de las esferas de conciencia exteriores a la de nuestro planeta. Emanaban de seres no terrestres que ya habían comunicado, en un pasado remoto, con los antiguos pueblos de nuestro mundo, incluyendo a los egipcios y a los esenios.
Los esenios eran, insisto, hombres y mujeres que, psíquicamente hablando, tenían una fluida relación con lo Invisible. Por tanto, ellos mismos recibían de manera frecuente informaciones, enseñanzas de origen no terrestre y de envergadura cósmica, podríamos decir que en contacto con lo Divino.


En 1984, cuando fui llevado a reconectar con mis antiguas existencias esenia y egipcia, y a iniciar todo el trabajo que trato de llevar a cabo hoy día, yo mismo comencé a recibir públicamente, delante de un grupo de entre treinta y cincuenta personas al ritmo de una o dos veces por semana, informaciones relativas a estas terapias esenias… o más precisamente, egipcio-esenias.
Yo mismo recogí por escrito estas informaciones, y muchas de ellas también fueron grabadas en cintas magnéticas al mismo tiempo que eran transmitidas en directo ante una asamblea. He trabajado durante una docena de años en Francia con las personas que formaban parte de la misma.
También comenzamos a dar a conocer y a practicar un método de cuidados energéticos a partir de los mensajes recibidos, con sus detalles, y el conjunto de informaciones me eran transmitidas.
Todo ello terminó por constituir una especie de corpus que, desde entonces, he continuado nutriendo por otras informaciones que me han sido proporcionadas así como por numerosas lecturas en los Anales Akáshicos.Este es el aspecto histórico de la cuestión… Por tanto, nos encontramos hoy con una verdadera suma de conocimientos.
Con el tiempo, otras personas han comenzado también a transmitirlos. Han retomado el método en sus fundamentos y la enseñanza a su manera.
Las “terapias esenias” han sido reiniciadas como tales en nuestra época. Cuando resurgieron a través de mis canalizaciones, no las llamábamos de manera específica “esenias”, hablábamos de terapias energéticas universales. Terminamos por llamarlas esenias por asimilación, ya que hace dos mil años fueron los terapeutas esenios los que mejor las pusieron en práctica.
Hoy día, continúo recogiendo informaciones de manera regular para enriquecerlas.
Hace unos veinticinco años esta investigación llevó a un libro de iniciación “Vestidos de Luz”, que muchos conocen. Unos años más tarde también apareció “Así curaban Ellos”, y después “Lo que Ellos me han dicho”, que vuelve a situar las informaciones en su contexto.
Es posible que haya algún día “Así curaban ellos Tomo II”, no está descartado… Se trata de que esta tradición terapéutica está muy viva, constituye simplemente una herencia universal.
Pienso que nadie puede apropiársela, incluso si constato con consternación que hay quien piensa hacer con ello marcas registradas…


Evidentemente, ha hecho falta un impulso a esta tradición para reaparecer. Ésta, tengo que decir, simplemente ha pasado a través de mí hace unos decenios. Esta es la verdad al desnudo…
Fuera de este aspecto histórico y más allá del hecho de que se trata de un método con sus técnicas propias, el acercamiento propuesto requiere ante todo una apertura del corazón y de la conciencia.
Podría escribir posiblemente doscientas, trescientas o cuatrocientas páginas sobre el tema de este método de tratamientos energéticos, sin embargo, esto no haría que mis lectores fueran terapeutas. Lo que es importante, a través de este tipo de terapias, es el amor al otro, es la empatía y la compasión. Es el trabajo que se opera en triángulo entre lo Divino, el enfermo y el terapeuta. Hay una circulación de una “Fuerza de Consuelo del alma y del cuerpo” que se pone en movimiento por el famoso triángulo. Volvemos siempre al principio de la Trinidad…

Si no hay esta circulación, esta onda de amor que viaja de forma triangular, bien… todas las técnicas del mundo, por más bellas que estas sean, sean atlantes, egipcias o esenias –poco importa ya que, finalmente, es la misma cosa– no pueden llevar a nada
. El impulso del corazón, la expansión del corazón es primordial.


Con el fin de poner énfasis sobre ello acepté, hace dos años, acompañar a mi esposa, Marie-Johanne Croteaum, en la enseñanza de estas terapias que ella lleva en sí igualmente desde siempre. Conjuntamente, emprendimos en Francia, a lo largo de un período de tres años, una formación a cierto número de personas.
No fue algo que se nos pasara repentinamente por la cabeza sino que fue a fuerza de recibir cantidades y cantidades de peticiones. Me pedían sin descanso “Sr. Meurois, cuándo va a emprender una formación, etc, etc…”. Por mi parte, no me sentía presionado a retomar este tipo de trabajo mientras que mi esposa, Marie-Johanne, sí veía la urgencia y la importancia del mismo. Incontestablemente tenía razón y terminamos por considerar la cuestión. Nos dijimos que efectivamente había llegado el momento de retomar la transmisión con la sensibilidad requerida. Fue ella, Marie Johanne, la que finalmente estructuró la manera en la que trabajamos en la actualidad en el ciclo de formación que se puso en marcha en Francia. Ella es, por tanto, la promotora y artífice.


Ni ella ni yo tenemos intención de crear una Escuela propiamente hablando, pero digamos que nos sentimos llevados a transmitir informaciones terapéuticas descubiertas ya que había manifiestamente demasiada información que todavía no había sido difundida. Había conocimientos que se habían ido acumulando en mí desde hacía mucho tiempo, pero también en su propia memoria. Hay que saber que Marie-Johanne está muy conectada, por su vivencia, a su propia memoria esenia y a la memoria fuente de hace dos mil años. No hay ningún azar en el hecho de que nos hayamos reencontrado.
Así, el trabajo continúa, se difunde bajo su impulso… Podemos agradecérselo. Como decía hace unos instantes, la técnica sólo es una pequeña cosa en el conjunto de la terapia. Nuestro trabajo constituye esencialmente una búsqueda de lo que se llama la Onda sagrada de curación. Es el arte de conectarse con el aspecto sagrado del ser humano. Lo más importante es la Esencia de Vida a reencontrar y a ofrecer.No “fabricamos técnicos” que vayan a dominar una multitud de técnicas, por fascinantes que estas sean. Emprendemos un trabajo de despertar, o bien de volver a despertar en la medida que se pueda esperar, evidentemente.
Así que… esto es lo que hoy día puedo decir de las terapias.
Que las llamemos esenias, egipto-esenias o de sensibilidad esenia-egipcia, importa poco. Poco importa la terminología utilizada, ya que son de nuestra herencia común y nadie puede apropiárselas como tales. Hay algo bello y sagrado a comunicar y cuya esencia habla por sí misma. Es lo que Marie-Johanne Croteau y yo intentamos hacer.
“El Esenismo”, entre comillas, de hace dos mil años no buscaba otra cosa.


P.A.: Según tú, ¿es posible hoy día vivir al modo de los esenios? ¿Hay algo que pueda acercarnos especialmente a ellos?


D.M.G.: En teoría, querría decir que sí… pero en la práctica, realmente no lo creo, ya que han pasado dos mil años y nuestro mundo no es en absoluto el mismo. Los esenios vivían bajo cierto clima, en una naturaleza sana y con muy, muy poco parasitismo psíquico. Hoy día estamos contaminados constantemente por una multitud de cosas. En nuestras sociedades occidentales somos agredidos permanentemente –creo que el término no es demasiado fuerte– por multitud de ondas: siempre tenemos el teléfono móvil en la mano, que es nuestra pequeña tele y nuestra radio, ¿no es así?
También es nuestro ordenador portátil, coleccionamos en él videojuegos… así que, en resumen, todo ello se vuelve… tiránico. Sobre todo ¡no tenemos que estar un solo instante con nosotros mismos!
La información fluye por todas partes, disponemos de no sé cuántos canales de televisión. En resumen, estamos sobresolicitados por lo que constituye una increíble contaminación mental y psíquica que hace que ya no podamos ser como hace varios milenios. El tiempo en el que el ser humano funcionaba de una manera sencilla, intuitiva y espontánea ha pasado.
Además, si consideramos más particularmente a los esenios, hay que darse cuenta del hecho de que comían mucho menos que nosotros hoy día.
Su organismo estaba menos atascado que el nuestro. En la cuenca mediterránea sabemos que hay cierto tipo de clima que es propicio a la frugalidad. Sabemos también que hace miles de años el cuerpo físico era en general mucho menos robusto que hoy, y que reaccionaba mucho más que el nuestro a las emanaciones sutiles de la Naturaleza.
En nuestros días, nuestro cuerpo está, lo queramos o no, embebido de una multitud de productos químicos, de substancias que absorbemos por los pulmones o por la alimentación, aunque procuremos comer de la forma más natural posible. No hay que hacerse ilusiones al respecto… tenemos productos que no son tan sanos como en otro tiempo. Es inútil insistir sobre ello, es evidente.


Aunque la medicina moderna ha salvado muchas vidas y ha aliviado muchos sufrimientos, también ha debilitado considerablemente nuestras defensas inmunitarias… lo que hace que en la actualidad haya que poner en movimiento un arsenal infinitamente más importante de terapias energéticas para llegar a lo que se conseguía hace dos mil años o más. El cuerpo humano se ha blindado en cierto modo contra todo, para su propio detrimento. Nuestra sociedad inevitablemente ha cambiado y el objetivo no es ciertamente el de hacer un retorno hacia atrás: “Yo vivo como los esenios… sin tele, sin coches, sin teléfono…”. Es un discurso aceptablemente ilusorio. Siempre podemos decirnos que vamos a crear una comunidad, vivir cómodamente entre nosotros y declararnos entonces esenios. Está bien, esto no hace mal a nadie, salvo que se arriesga a recrear una forma de elitismo disgregador. En la medida en que se “esoterice” – perdóname la expresión– no se alcanzará la conciencia del mayor número de personas posible.

Creo que hay que reconectarse al gran Principio de amor de la Vida basándose en un compartir abierto, en una comunión con la Naturaleza que no busca hacer de chispa, en un diálogo con el Todo que no reivindique necesariamente el contacto con no sé cuál arcángel.

La base del esenismo no hacía ruido. ¿Por qué decirse “Vamos a ser esenios hoy”?Hay que construir otra cosa… El pasado es el pasado aunque, en el absoluto, el Tiempo es una ilusión.

Hoy día estamos en otra época y lo que nos corresponde hacer sin duda es adaptar lo mejor del pensamiento esenio, actualizarlo siendo conscientes de que los esenios de hace dos mil años no vivían como los egipcios de la época de Akhenatón, así como ellos tampoco vivían como en la época atlante o lemuriana, etc… etc… Cada período tiene sus características y no hay que alimentarse de nostalgia.
Tomemos aquello que el pasado tiene de bueno, lo que en él hay de constructivo, inspirémonos en él, pero ¿por qué querer recrear e idealizar lo que sólo es una etapa?
No me parece que sea justo ni que responda ni a mi sensibilidad ni a mi comprensión del pensamiento del Cristo. Evidentemente, cada uno hace lo que quiere. Sin embargo, hay mucha, mucha belleza a crear hoy día sin querer siempre ir hacia el pasado.
Me dirás “Sin embargo, tú siempre miras hacia el pasado con los Anales Akáshicos”. Es cierto… no obstante, no es por el pasado en sí mismo. Es para intentar obtener, a través de las raíces que pongo al día, los elementos que pueden hacernos progresar. La nostalgia no forma parte de mis herramientas. Puedo comprenderla, pero expresa una huida. Hoy día hay abominaciones, y las había también en otros tiempos, no idealicemos el pasado.

Pierre Abraham

Fuente: Ediciones Isthar Luna-Sol


Ángel Khulman